jueves, 10 de enero de 2008

El Banco del Sur: la lucha de los grandes contra los chicos

Por Oscar Ugarteche

ALAI AMLATINA, 10/01/2008, México D.F.- En lo que quizás sea una
actitud natural, pero no por eso menos abusiva, los peces grandes se
comen a los chicos. Eso mismo estaría al borde de pasar en la
constitución del Banco del Sur si la iniciativa de Argentina con el
apoyo de Brasil tiene éxito.

El Banco del Sur es la alternativa democrática a los bancos
internacionales de desarrollo basados en Washington. La crítica a las
IFIs, como se conocen al BID, al Banco Mundial y al Fondo Monetario es
que los votos se realizan por tamaño del producto bruto interno, de
forma que los países más ricos tienen más votos que los países más
pobres y en el extremo, el país más rico tiene capacidad de veto en el
directorio. De esta forma, la presidencia de dichas instituciones es
escogida por Washington y más en general por el G7.

Contra ese tipo de democracia plutocrática se erigió la Declaración de
Quito en mayo de 2007. En dicha declaración se hacía alarde de los
elementos democráticos de la nueva arquitectura financiera internacional
con base regional que tendría en América del Sur un pie el Banco de
desarrollo conocido como Banco del Sur. Este Banco estaría orientado
hacia tipos de proyectos más sociales y más destinados a zonas
empobrecidas para cerrar las brechas entre las zonas más prósperas y las
menos prósperas.

La Declaración de Quito es una elaboración sobre la base de una
propuesta del Gobierno de Venezuela con el apoyo de Argentina para
lanzar un banco de desarrollo que a la vez fuera un fondo de
estabilización monetario. Esta idea habría sido objetada por Brasil como
antitécnica en parte porque lo era y en parte porque no había salido de
Brasilia. Luego de remontar los resquemores propios de estas iniciativas
multilaterales se logró armar una estructura del Banco del Sur y tras

siete meses de negociaciones en diciembre del 2007 fue lanzada al mundo
desde Buenos Aires por los presidentes de siete de los diez países de
América del Sur. No se han incorporado ni Colombia, el Perú o Chile, los
tres que tienen tratados de libre comercio con Estados Unidos sea ya
firmados o en vías de firmarlos. Emir Sader, actual director ejecutivo
del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y sociólogo
político brasileño acuñó la feliz idea de que América del Sur está
partida en dos entre los países que querrían una integración de iguales
en Sudamérica y los que prefieren una integración subordinada con
Estados Unidos.

Tras el lanzamiento del Banco en Buenos Aires quedaba ponerse de acuerdo
sobre el aporte de capital que todos los entendidos en la materia
comprendían que sería en partes iguales. El capital social del Banco es
de 7000 millones de dólares, cifra que dividida entre siete países da
mil millones de dólares de aporte por país. Argentina, con el apoyo de
Brasil ha dicho que esto es poco razonable. Que el aporte de los países
más grandes debe ser mayor y por tanto mayor el poder dentro del Banco
de esos países. Esto naturalmente desvirtúa la idea de un Banco
democrático con un directorio compuesto por siete socios iguales donde
cada país tendría un voto.

Esto recuerda las discusiones existentes cuando se creó la Comunidad
Económica Europea en los años 50 y entonces resultaba que el reinado de
Lichstentein, que es una ciudad Estado, tenía el mismo peso dentro de la
Comunidad que Alemania que era el motor de Europa. Esto se resolvió por
las vías políticas en su oportunidad y con el tiempo los países pequeños
de Europa terminaron equilibrando las tensiones de poder de los países
grandes. La sede de la Comunidad Económica Europea se estableció en
Bruselas por esa razón y hoy dicha ciudad es la capital de Europa unida.

La solución al impasse está a la vista. Si el gobierno de Cristina

Fernández pretende mantener el espíritu democrático de la Declaración de
Quito, estará de acuerdo en alguna propuesta que le permita a los países
pequeños tener capital suscrito y no pagado por 1,000 millones de
dólares, igual que los grandes y que tendrán un tiempo distinto para
aportar el capital que los países grandes. El financiamiento del Banco
vendrá del apalancamiento del mismo mediante la emisión de bonos en las
monedas de los países miembros, en una canasta de moneda o en una unidad
monetaria sudamericana que aún está siendo diseñada.

Quizás sea el mejor momento para que los peces grandes consideren no
comerse a los peces chicos sino asociarse a ellos recordando que lo que
está enfrente es un tiburón que se los quiere comer a todos y a quien le
encantaría que esta iniciativa fracasara.


- Oscar Ugarteche, economista peruano, trabaja en el Instituto de
Investigaciones Económicas de la UNAM, México, e integra la Red
Latinoamericana de Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd). Es
presidente de ALAI.

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