martes, 20 de mayo de 2008

Banco del Sur: Riesgo de volverse un proyecto tecnócrata

Por Marcos Arruda (*)

"La propuesta original del Banco del Sur era técnicamente inadecuada, pobre, no les puedo explicar lo malo que era". Son palabras, acompañadas de una sonrisa irónica, de un alto funcionario del Ministerio de Hacienda de Brasil en reunión cerrada, con economistas, embajadores y funcionarios actuales y ex del BNDES, hace pocos días.

"Con gran esfuerzo nuestro, logramos un acuerdo en moldes clásicos, incluso sobre los objetivos del Banco". Pasó a enumerarlos:

- será un Banco estrictamente de América del Sur en el marco institucional de UNASUR; países de otras regiones podrán hacer aportes financieros y serán remunerados, pero no tendrán participación en la gestión del Banco ni acceso a créditos;

- la finalidad principal del Banco es proveer préstamos a los países económicamente más débiles;

- orientará los préstamos a tres áreas prioritarias: infraestructura, comercio exterior y actividades de integración productiva mediante consorcios (joint ventures);- seguirá las reglas prudenciales de costumbre, incluso Basilea I y II;

- la estructura del capital tendrá aporte proporcional al tamaño de las economías, pero el poder de decisión en la gestión del Banco será proporcional al riesgo financiero que incurre cada país;

- la gobernanza será abierta y democrática, pero no aceptamos transigir: mayor riesgo implicará mayor poder en las decisiones

- hay otros países interesados, además de los siete originales; entre ellos, Chile y Colombia, que condiciona su participación a los criterios mencionados arriba.

Con otra sonrisa irónica, añade: "Con estos dos países, ponemos una piedra en las alegaciones de que el Banco del Sur es hecho por un sólo país... sabemos cual."

En respuesta a una pregunta sobre el aporte por país, explica: "Definimos, con pragmatismo, tres eslabones, cada uno con un régimen de participación diferente".

Alguien pregunta sobre perspectivas de co-financiamiento, a la que el funcionario responde eufórico que sí, está contemplado, y que la posición de Brasil es que el Banco del Sur será un banco complementar a las agencias financieras ya existentes, la CAF, el BID y el Banco Mundial, y no competitivo con respecto a ellas.

Y completa: "El nuevo Banco actuará conjuntamente con las organizaciones multilaterales." Es decir, irá seguir lógica semejante, a servicio de un único proyecto de desarrollo, el que ha hecho de América Latina y el Caribe una de las regiones con más profundas desigualdades socioeconómicas y graves amenazas ambientales. Esta premisa y proposición se choca con la de otros países miembros del Banco, que conciben el Banco del Sur como camino de superación de la dependencia financiera y de los agentes que la promueven en la región. Además, ¿ignora el alto funcionario que un grupo de evaluación independiente del Banco Mundial afirmó que las políticas de este organismo no han logrado reducir el número de pobres en los países que reciben sus créditos?; ¿que sólo dos de cada cinco países que recibieron sus préstamos entre 2000 y 2005 registraron un crecimiento continuado de su ingreso por habitante?

Sobre si habrá aportes al Banco a partir de las reservas cambiarias de los países, el funcionario explica que este tema se discute en la Comisión de Integración Financiera (CIF), que podrá adoptarse el sistema de Fondo de Aplicación de Reservas, FAR, coincidente o semejante al que era el Fondo Andino que hoy tiene la participación también de Costa Rica. Los miembros del Consejo de Administración serán los Bancos Centrales y la perspectiva es hacer ampliaciones del capital obteniendo beneficios medios mayores que los que obtienen hoy nuestras reservas. "Si el gobierno de Brasil tiene el control sobre el FAR, consideramos favorablemente nuestra participación."

Sobre el sistema monetario, el funcionario explicó el mecanismo de intercambios usando monedas nacionales, diciendo que comenzó enfrentando grandes desconfianzas, pero actualmente hay gran interés y aun entusiasmo. Alguien comenta sobre la importancia de una moneda común a mediano plazo, pero para aplicar donde ¿En Nueva York? El colapso del dólar parece permanente y no aconseja este tipo de aplicación. El funcionario hace la elegía de los mercados de capitales, diciendo que Brasil ya tiene títulos en el exterior (BDR-Brazilian Drawing Rights) y que no habrá problema en diversificar las aplicaciones. Insiste en la importancia del marco regulador (que en Brasil es extremadamente liberal). La directiva de las negociaciones no es en el sentido de imponer reglas a los países miembros, sino que de compatibilizar las normas con las legislaciones nacionales. Con el Banco de Sur, el sistema de tasas de interés actual por triangulación (referido a monedas fuertes de fuera de la región) dará lugar a tasas "a mercado".

Sobre la política cambiaria, el funcionario hizo profesión de fe en el sistema actual, de tasas flotantes y cree que ellas serán suficientes para equilibrar las desigualdades de las tasas de inflación y de cambio del los países miembros.

A la pregunta sobre la necesidad de un fondo común de garantía, el funcionario respondió que la creación de un Fondo antes de la del Banco de desarrollo era propuesta del gobierno de Brasil. Pero para los otros países, la necesidad era diferente. Por eso, un acuerdo sobre mecanismos regionales de garantías es indispensable. Esto se negocia hoy en la CIF.

En ningún momento el ponente mencionó la existencia de pobreza y su matriz sistémica, ni de desigualdades socioeconómicas a superar, ni de otro modo de desarrollo, endógeno, solidario y que respetara al medio natural. Sus premisas eran claras: el sistema económico actual es exitoso y el Banco del Sur, los intercambios comerciales y las finanzas regionales deben ‘pragmáticamente’ servir al crecimiento económico y al modo de desarrollo dominante, en colaboración con otras agencias multilaterales, cuyo rol por supuesto ha sido siempre positivo.

Al hablar de complementariedad del Banco con las agencias financieras multilaterales, el ponente dejó implícito que el gobierno brasileño no está de acuerdo con la propuesta de Ecuador de creación de un organismo regional de resolución de conflictos entre empresas y gobiernos, que sustituya al CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Disputas de Inversiones), con base física y política en el Banco Mundial. Tampoco está en su agenda la propuesta de creación de mecanismos financieros y no financieros que permitan ir mucho más allá del horizonte del Protocolo de Kyoto e incluso sus más recientes reformas en Bali, con vista a viabilizar iniciativas como las propuestas por Ecuador con el proyecto de dejar el crudo en tierra en el proyecto Yasuní-ITT, y el impuesto Daly propuesto por el Presidente Correa en el seno de la OPEP.

¿De qué Brasil trató el funcionario del Ministerio de Hacienda? Por supuesto, del Brasil de las grandes corporaciones y de los bancos más rentables del mundo. Los bancos brasileños durante la administración Lula han tenido rentabilidad superior a la de los bancos de Estados Unidos, y superior a la inflación en más de 10 puntos porcentuales. Se han beneficiado del alta tasa de interés establecida por el Banco Central y del alta remuneración de los títulos que detienen de la deuda interna pública. Mientras que, según el IPEA (Instituto de Investigación Económica Aplicada), los 10% más ricos en Brasil detienen 75,4% de la riqueza acumulada y el índice de Gini brasileño, que mide el grado de concentración del ingreso, es de 0,56, el peor desde el régimen militar hace un cuarto de siglo.

¿De cuál América del Sur hablaba el funcionario? La de los ricos dueños de capital, los banqueros, industriales, terratenientes que en 2003 concentraban entre 40% y 47% del ingreso total de las sociedades latinoamericanas, mientras que el 20% más pobre sólo recibía entre el 2% y el 4%. Hay que reconocer que, si el gobierno de Brasil logra detener la hegemonía del Banco del Sur, la región tendrá un banco tecnócrata a servicio de los dueños del gran capital y del modo concentrador de crecimiento, con las ganancias como primer criterio para las inversiones, sin consideración de los costos sociales y ecológicos que los megaproyectos implicarán.

Rio de Janeiro, 17 de mayo de 2008

(*) Socioeconomista. Educador del PACS, RJ. Colabora con la Red Jubileo Sur-Américas y con la Red Brasil. Socio del Instituto Transnacional, Ámsterdam. Facilitador de Unipaz

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